Al respecto, Roberto Battaglino afirmó que Argentina tiene graves problemas para generar proyectos y políticas a largo plazo, además de consensos sociales; lo cual, aseguró, no es culpa sólo de un gobierno, sino de una sociedad muy ciclotímica que cambia permanentemente de conducta y de comportamiento, y que se involucra en las cuestiones públicas frente a determinados procesos: “ahora se ve la efervescencia de la participación, como ocurrió en el 2001, pero cuando se calman las variables económicas y sociales todo se estabiliza”. Además, el entrevistado puso en manifiesto otro problema de nuestra sociedad, que es pensar en el futuro del país cuando estamos en una situación emergente, mientras se debería primero solucionar lo coyuntural. “Los gobiernos de los Kirchner son emergentes de una sociedad incapaz que no encuentra la solución más que con estas salidas”, finalizó.
Y esto no un problema menor, ya que no sólo denota una sociedad ubicada en la vereda de la necedad (sin debate, análisis ni información), sino que también conduce a la carencia de gobiernos con proyectos estructurales.
Cortes y obstáculos sociales
Respecto al conflicto agropecuario -de más manifiesto y con consecuencias impredecibles- Battaglino aseguró que “se salió de los manuales”. Así, explicó que se inicia con un conflicto chico en un contexto macro (porque “no es la creación de un nuevo impuesto -aseguró- sino simplemente aumentar un impuesto, sobre el cual existía un cierto consenso”). El cual deriva -por impericia política o por intereses que exceden al sector- en un conflicto cuya característica más importante es que los principales actores siguen sin saber cuál es la salida.
Más aún, Battaglino considera que si bien hubo un error de valoración por parte del Gobierno, al no analizar los costos de esta desición, “ningún problema social depende de una sola causa ni tiene un único responsable”. Así, aunque en todo conflicto la responsabilidad de un gobierno es mayor a la de aquel que es gobernado, esto no anula la responsabilidad social de los demás actores.
Finalmente, para el líder de opinión pública “no hay explicaciones racionales para comprender este fenómeno”, y considera que están aflorando cuestiones que exceden la pulseada de un punto más o no de retención, y que tienen que ver con el rechazo a un modelo de gestión “que estaba en estado latente”.
El temblor de los dígitos
Si bien los números parecen beneficiar a nuestro país desde el “temblor” de 2001, existen datos que no resultan lo suficientemente claros. En un país federal, las provincias forman un todo para generar un crecimiento equilibrado, pero las coparticipaciones (término vedette en la economía actual) no están supuestas en la recaudación de todos los sectores, ni dejan satisfechos a todos los dirigentes provinciales. En referencia a esto, Battaglino explicó que si bien el Estado puede intervenir en el ingreso para alinearlo a las necesidades de cada sector, no lo puede hacer automáticamente, sino que debe orientar el flujo económico, para así cambiar la variable y evitar la concentración económica.
Lo cierto es que Argentina no se lleva muy bien con los números: “tenemos un problema tremendo con la distribución del ingreso: en el año ´70 entre quien ganaba más y quien ganaba menos había siete deciles (unidad de medida utilizada para determinar el nivel de desigualdad entre los ingresos de cada clase social); y hoy la diferencia es de casi 39 deciles. Es obvio que esta sociedad necesita una acción de un Estados que redistribuya”, aseveró el periodista.
Además, respondió a la propuesta de ex Gobernador De la Sota -que cada provincia administre sus ingresos- con una seguridad imperiosa: “La propuesta de que cada provincia administre sus bienes generaría un país atomizado y quebrado, porque tendríamos un gran desarrollo en la franja central y desierto en las demás provincias: el Estado central y federal tiene un sentido”.
Córdoba en otoño
En cuanto al desencuentro entre la provincia mediterránea y el Gobierno Nacional, el comunicador cordobés no vaciló en su juicio: “El problema real que tiene la provincia de Córdoba es que ha perdido peso político y económico”. Y analiza dos alternativas posibles para hacer frente a esta debilidad: ser sumiso y aceptar lo que dicen desde el poder central -es decir tener una actitud de confrontación pero desde la debilidad-; o crear una base de sustentación interna, volviendo a generar desarrollo para Córdoba logrando depender de sus propios recursos.
Pero, frente al panorama coyuntural, el entrevistado aseguró que “el atraso en el que se ha asumido Córdoba como provincia, fruto de las últimas gestiones, va a ser un problema a largo plazo”.
Juicios tardíos
Como un argentino más, y quizá testigo de los años de terror en nuestro país, Battaglino aseguró que lo único lamentable es que los juicios a ex represores hayan llegado tan tarde. “No hay forma de construir una sociedad que piense a largo plazo, en base a mirar para el costado y no juzgar (y condenar) atropellos como los que hemos vivido y el terror instalado en el Estado”, enfatizó.
Y, si bien este avance en nuestra sociedad no acredita desacuerdos, existe un punto interesante revelado por el periodista, y es que “nadie tiene paz si no es con justicia”; esto implica la necesidad de tapar cada grieta de nuestro pasado con idoneidad y justicia, porque “no se puede pretender justicia y seguridad -en el sentido que la reclamamos todos los días- cuando vas al supermercado y estas con alguien que ha robado sistemáticamente bebés y matado a sus padres para imponer una idea política”, destacó el entrevistado.
Así, con una mirada crítica y basada en argumentos sólidos, el reconocido periodista local analiza cada detalle de la coyuntura, viendo en ella causas y actores múltiples. Una voz idónea para escuchar, y miles de disparadores para reflexionar en medio de tanto ruido.
Por Emiliana Felizzia