viernes, 26 de septiembre de 2008

Ley contra la minería en Córdoba

La Legislatura de Córdoba sancionó antes de ayer, después de un largo reclamo de organizaciones como “Ongamira despierta” y “Córdoba Ciudad Despierta”, la ley que prohíbe la minería metalífera a cielo abierto en el territorio de la provincia, siguiendo los pasos que ya dieron Mendoza, La Rioja y Río Negro.

El legislador Marcelo Falo informó a radio Cadena 3 que “esta ley prohíbe toda la actividad minera nuclear; por lo tanto Córdoba no va a tener nunca más explotaciones mineras de uranio”. Además, se prohíbe la utilización de sustancias tóxicas en todos los procesos minerales metalíferos, “lo que pone a córdoba en la vanguardia en materia de políticas ambientales”, dijo Falo.

Si bien en la actualidad no existen explotaciones de ese tipo en Córdoba, Josefina Piana, titular de Patrimonio Cultural de la Provincia, había confirmado a Delta ya en diciembre del año pasado (ver nota) que la Secretaría de Minería había girado expedientes en 2006, solicitando autorización para cateo y exploración en la zona de Ongamira. Actualmente, según el diario La Voz del Interior, existen 90 pedidos de privados.

Lo habían denunciado el año pasado los vecinos del valle de Ongamira –nucleados en la ONG ¡Ongamira Despierta!- ante el Defensor del Pueblo de la Nación: se habían extraído muestras de manera ilegal en busca de metales valiosos.

El vicepresidente de Fundación Acude, Federico Kopta, explicó a Delta que este tipo de explotación utiliza el cianuro -que sirve para separar los metales de la roca y luego procesarlo-; y “soluciones de ácidos, que después son llevadas a un piletón y van a parar a arroyos que se contaminan completamente”. Esto puede contaminar el suelo y el aire, pero fundamentalmente, “lo que no tiene solución es que se agota el agua”, debido al uso intensivo de la misma.

Así, este modo provoca, entre otras consecuencias, los denominados "drenajes ácidos de Mina", que son el producto de la exposición a roca viva del gigantesco socavón que necesita este tipo de explotación, explicó a Delta Matías Carelli, integrante de la Asamblea “No a la Mina” de Esquel, en 2007. (ver nota)
Finalmente, la ley no se hizo esperar más. A pesar de que algunas voces intentan calificar de alarmistas a quienes defienden los derechos ambientales, la realidad nos demuestra, y de la manera más cruel, que el mundo no admite experimentos para ver si “es que no es tan malo”. Basta con mencionar el calentamiento global como para recordar que los cuidados del mundo no son causa de un grupo de idealistas. La tierra, el aire y el agua no tienen dueño, y las consecuencias de su maltrato no discriminan a nadie.

Más sobre minería en DELTA:

Ongamira: Resistencia Imperecedera
San Juan: Las explosiones de Barrick Gold
Esquel: Meridian contaMINA
No a las mineras contaminantes!!!


lunes, 22 de septiembre de 2008

Turismo: Venecia


Sólo el murmullo de los miles de pasos deambulantes tintinea en mis oídos: libre de la histeria del tráfico y las bocinas, Venecia entona una melodía cuyos únicos acordes son la marea y el remo del “gondoliere”. En esta ciudad que desdibuja los límites entre fantasía y realidad, todos los sentidos se desconciertan. Y no se trata de una expresión metafórica: dejarse llevar por zigzageo de sus diminutas calles puede conducir al despistado transeúnte -adiestrado a los semáforos y señales- a uno de los tantos canales que irrumpen en el sendero “all’improvviso”.

Pero el reflejo de la historia en sus aguas, sus 400 pintorescos puentes, y las exóticas góndolas que adornan sus orillas no agotan la magia de una cuidad que fue construida sobre 120 pequeñas islas. Sí, por fabuloso que pueda parecer, la construcción de esta ciudad se originó en una búsqueda de refugio ante las invasiones de hunos y longobardos, en el siglo V.

Sin embargo, el paso de los siglos no ha quitado una pizca de frescura a esta asombrosa ciudad. Al recorrer el Gran Canal que atraviesa la isla, se abre paso la majestuosa Piazza San Marco, enmarcada por la Catedral, una reliquia arquitectónica de estilo bizantino construida en 829 para albergar el cuerpo del evangelista Marcos. También allí se encuentra el Palacio Ducal, desde donde asoma el célebre ‘puente de los suspiros’, que contrariamente a la visión romántica, tiene un significado melancólico: allí es por donde pasaban los prisioneros antes de ser sentenciados, emitiendo su último aliento a través de sus recovecos.

Detenerse en el centro de la plaza, invadida por inquietas palomas, bordeada por los edificios de las ‘procuratie Vecchie’, y ambientada por magistrales violinistas, difícilmente prive al visitante del conocido síndrome de ‘piel de gallina’.
Más allá del centro cultural, recorrer las callecitas de sus seis barrios es introducirse en un laberinto sin fin donde a menudo es posible desembocar una y otra vez en el mismo ‘campo’ (las plazas secas donde confluyen hasta 7 calles), si es que antes no queda varado entre un estrecho pasadizo y una calle sin salida.

Venecia es una ciudad para caminar -es decir, para subir y bajar puentes-. Sin embargo, sus coloridos comercios plagados de máscaras y el inconfundible aroma de la pizza mediterránea ameritan varias pausas en el recorrido. Y no será infrecuente para una dama toparse con cordiales piropos confirmando que, lejos de ser un mito, la pasión y el romanticismo impregnan la sangre italiana.

La aventura continúa al retornar a la Piazza, debiendo sortear lagunas de charcos cuando la marea sube y la iglesia San Marco se refleja en el agua. Allí es cuando se montan grandes pasarelas, que permiten ver la ciudad desde otra perspectiva.

Y eso es Venecia, una serie de aventuras y desventuras que tornan cualquier paseo en una anécdota digna de un cuento, o de una comedia. Quizá por eso es que Shakespeare la eligió como testigo de los celos de Otelo; o de la venganza contra Antonio, el mercader de Venecia.

Es que la isla ofrece un deleite para cada uno de los sentidos, un concierto de imágenes, melodías, aromas, y texturas que vivifican una historia de grandeza, de duques, de prisioneros, y quién sabe de cuántos otros secretos.

Por Valentina Primo

Minería en Córdoba

“Córdoba Ciudad Despierta” es un movimiento asambleario, en el que un grupo de vecinos de la ciudad se junta para solidarizarse con la problemática de los vecinos de Ongamira, una pequeña localidad de nuestra provincia.

Esta asamblea de vecinos surge a partir del contacto con diferentes organizaciones, y principalmente con los asambleístas de ¡Ongamira Despierta! (ver revista DELTA mes de diciembre), enterándose y poniéndose en contacto con la situación de la zona.

Es así como convocan a un grupo de amigos para contarles del tema y deciden comenzar a difundir la problemática. Ese es el objetivo principal de “Córdoba Ciudad Despierta”, lograr que todos los cordobeses se interioricen con el tema, que quizás no les toque directamente en la actualidad, pero con el que se verán afectados en un futuro sino se hace algo para frenar y evitar que se autorice la minería en las Sierras Chicas de nuestra provincia. La explotación minera a cielo abierto utiliza un método de explotación del suelo altamente nocivo, con el cual se usan y contaminan 100 millones de agua dulce por día, además de la contaminación del aire.

En la actualidad, esta asamblea está luchando para que se sancione la Ley contra la minería a cielo abierto en suelo de la provincia de Córdoba. Los asambleístas se sienten conformes de cómo se están dando las negociaciones para lograr esta sanción y esperan la pronta concreción de la misma.

Pero este no es el final de su lucha: “Córdoba Ciudad Despierta”, además de ser una herramienta de información, pretende ser una herramienta de presión, para lograr que la lucha se nacionalice, para que todos los argentinos se unan por el bien común. Colaborando con las provincias vecinas que ya cuentan con mineras de estas características en su suelo y, que a pesar de que existen leyes, éstas no se cumplen.

“Zona de sacrificio”

Aunque parezca descabellado, así es como se denomina la zona en las que se instalarán las futuras mineras. Sí, aunque usted no lo crea, los informes de impacto ambiental denominan de esta forma a los terrenos aledaños a la minera.

Esto es lo que sucede en Andagalá, provincia de Catamarca, lugar en el que un pueblo entero del tamaño de Arguello, debe mudarse de lugar ya que la zona será contaminada en los próximos tres meses, al punto de ser inhabitable.
El problema más grave, sin quitarle importancia a la migración de un pueblo entero, es que al ser la contaminación por agua y aire, es difícil determinan cuánto territorio será contaminado, es por esto que las “zonas de sacrificio” pueden ser del tamaño de una provincia. Estas mineras utilizan métodos que para la extracción, en el que manipulan químicos, que luego son arrojados a los ríos, de los cuales utilizan el agua, contaminando millones de litros diarios.

El objetivo de la asamblea es difundir la problemática, hacer que cada cordobés se entere de lo que está sucediendo en otras provincias y que puede suceder en nuestro propio territorio si no hacemos algo. Si te interesa colaborar con la asamblea, podés acercarte todos los jueves, a partir de las 18:00 hs en la plaza de la Identidad, calle Caseros y Obispo Trejo.

Por Georgina Catalano

lunes, 8 de septiembre de 2008

Entrevista a Los Modernos

“Ser moderno en tiempos postmodernos
es ser un pasado de moda”

Si bien no fuimos recibidas en vistosos trajes de novia, la entrevista a Pedro Paiva Y Alejandro Orlando fue todo un festejo. En una charla de una hora -en la que intentamos seguir la velocidad de su decir- los modernos compartieron para DELTA sus percepciones sobre FO, sus proyectos, sus anécdotas y su insuperable buen humor.
_
La entrevista se pactó en el particular escenario de Studio Theatre, donde el dúo de actores presenta su nuevo espectáculo “FO” de jueves a domingos. En ese lugar, y desde las mismas mesas donde los seguidores de Los Modernos ven el espectáculo, comenzó –con una puntualidad admirable- sin preámbulos y sin ningún tipo de timidez, una amena y entretenida conversación. Alejandro y Pedro vestidos de civiles, sin sus peculiares faldas e inconfundibles suecos, contestaron una por una, todas las preguntas que se les hicieron, haciendo hincapié en sus comienzos de teatro “a la gorra”:

¿Cómo surge la compañía Los Modernos?
Alejandro: Antes que nada éramos dos amigos que queríamos hacer algo juntos. Empezamos pasando la gorra, entonces había que ir a buscar a la gente a distintos lugares y pasamos la gorra durante un año en restaurantes, bares y pubs de córdoba, y a partir de eso surgió nuestra estética, que no fue casual. Tenía que ser de choque porque teníamos que captar la atención de la gente mientras estaba comiendo. Cuando elegimos la falda y los suecos sabíamos que algo iba a pasar, primero teníamos que llamarles la atención con nuestro vestuario, y después con nuestro texto durante quince minutos. ¡Las primeras faldas me las hacía mi vieja!
Pedro: ¡y el nene salía de falda, con suecos, de noche y con un amigo!, era tremendo ¡muy sospechoso! (Risas).

¿Y el nombre, como surgió?
Alejandro: Cuando estábamos buscando un nombre pensábamos en algo potente, que coincidiera con la estética. Un día, caminábamos por la calle 25 de mayo de barrio Gral. Paz -de donde soy yo-, y vemos un lavadero muy antiguo de esos de tipo industrial que se llamaba “El Moderno”, y era muy grande pero muy viejo. La pared donde estaba escrito el nombre estaba toda descascarada. Ese lavadero había sido moderno alguna vez. Y bueno, ahí empezamos con nombre y todo.

Quizás lo mas impactante de este dúo actoral, es cómo, en la era en la que todo entra por los ojos, en la época de culto al cuerpo y de primacía de lo sexual, logran captar -durante horas- la atención de un público muy heterogéneo, con simplicidad escenográfica y de vestuario, con una austera iluminación y por sobretodo, con el antiquísimo recurso de la oralidad.

Su simpleza visual- aunque teñida de maravillosos toques sutiles- es directamente equiparable a la velocidad en la que emiten el texto y al ingenio del contenido del mismo escrito por Pedro Paiva. Esta combinación realmente armónica es atribuida a varios factores como aseguró Alejandro “el texto, que es muy vanguardista, no tiene precedentes en su forma decir. A nuestra estética de vestuario, le sumás el texto y sumás la forma de decir, un ritmo, una no escenografía -que es toda una escenografía- y obtenés algo totalmente particular. Es muy novedoso, muy postmoderno. Te puede gustar o no gustar”

¿Y como adaptan su formato a públicos tan diferentes como el cordobés y el catalán?
Pedro: Cada formato tiene su lugar, y en realidad no es tan diferente un lugar del otro. De seis años que tenemos de compañía tuvimos tres en Barcelona y tres acá, así que conocemos el público catalán, y el cordobés. Si bien hay diferencia, no se puede decir que uno se ríe del blanco y otro del negro. El espectáculo interesa porque es universal. Hacemos exactamente lo mismo acá que en España.

Alejandro: El formato tiene la rara particularidad de poder adaptarse en cualquier lugar. Hemos actuado en colegios, sin luces sin sonido, o hemos actuado en el teatro nacional de Cataluña que es una maravilla, y el espectáculo funciona exactamente igual. Si tenemos luces bien, sino ¡no importa! ¡No necesitamos mas nada!


Para los que no vimos FO, ¿Por qué los vestidos de novia?
Pedro: Bueno, si bien nosotros tenemos un vestuario que después utilizamos durante el espectáculo, arrancamos con un vestuario hecho a medida, es la primera vez que tenemos un vestuario de diseño… diseño de autor.

La idea de “FO” necesitaba una imagen potente para el afiche, que a su vez tuviera sentido con la obra que estamos presentando. Vestirse de novia implicaba este pretexto de divertimento y acercamiento con la gente, simplemente le damos la bienvenida al público.
Alejandro: Si hacíamos el afiche solo, y venías al teatro y no encontrabas a las novias, era un fiasco. No se justificaba. Desde este lugar de café concert tenemos esa media hora de acercamiento con el público, de ruptura. Y después, cuando arrancás la obra, ya estás en un plano que es maravilloso, al espectador ya lo subiste al escenario.

Pedro: Igual hacemos todo con simpatía y mucho respeto. Hay gente a la que no le gusta que la molesten, entonces es un momento de darle las gracias y la bienvenida. Si sale un chiste, sugerido por el público, mucho mejor. Además, así vestidos nos sentimos muy graciosos.­

¿Y cómo sigue la agenda de Los Modernos?
Alejandro: Nosotros sentimos que algo va a pasar con Fo, algo que no sabemos bien qué es, pero algo va a pasar. Se abren nuevas puertas, nuevas posibilidades con esta nueva estética.
Pedro: Donde se hable español ¡podemos ir!

Alejandro: ¡Y tenemos las ganas! Hay una frase que dicen que la dijo Chaplin y nos encanta: “cuándo algo funciona no hay que cambiar la obra, sino el público”, y nosotros lo hemos comprobado.

Este grupo posee en su nombre una notable contradicción. Su forma teatral, sus textos y su forma de expresarlos son fuertemente vanguardistas, muy propios de la postmodernidad. Aún así, se hacen llamar “Los Modernos”, agregando en esta disonancia, aún más excentricidad y genialidad a las producciones que tan extasiadas tienen al público cordobés.

¿Y entonces: cómo es ser modernos en la postmodernidad?
Bueno, ser moderno en tiempos postmodernos, es ser un pasado de moda.

Por Ma. Guadalupe Zamar

jueves, 4 de septiembre de 2008

Ancianidad

Meses atrás, la ONU alertó que el 80 por ciento de los ancianos en el mundo no está suficientemente protegido frente a los riesgos de salud, de discapacidad y frente la reducción de ingresos. Según un estudio realizado por el organismo, en los países en desarrollo 342 millones de personas mayores no tienen ingresos garantizados.
Pero no sólo se trata de un problema de las clases más vulnerables; es el problema de una sociedad que da la espalda a sus ancianos, que los margina y los olvida.

Isolina Dabove, directora del Centro de Investigaciones en Derecho de la Ancianidad, en Rosario, explicó a La Voz del Interior que hay “relaciones estrechas entre la violencia y el sistema económico prevaleciente en nuestra cultura occidental y su sentido de utilidad. Este intento de no ver y no apreciar al viejo (a su vejez y a la propia), generalmente es tan profundo que provoca múltiples situaciones de violencia sutiles, difíciles de captar sin análisis y reflexión”. ¿Qué rol le cabe a la familia, que absorbida en preocupaciones a veces se olvida de ellos?

Ocho hijos y un padre

En el geriátrico Las Tinajas, desde una silla de ruedas, Azucena llama al Doctor Aliaga y lo saluda con un beso. Sonriente y con una mirada pícara le dice: “¿Sabés cuántos años voy a cumplir? ¡93!”, y se ríe.

El doctor Alejandro Aliaga, director de la Asociación Gerontológica Argentina, cuenta que a pesar de ser director de un geriátrico, se opone a la geriatría. “Lo ideal y lo hermoso es que el abuelo pueda ser contenido por su familia. Sin embargo, el hogar ya no es como antes. La mujer hoy se ha igualado al hombre, tiene que trabajar y seguir cumpliendo con las tareas de la casa”.

“Hay un refrán que lo describe perfectamente -esbozó el abogado-; un padre puede mantener ocho hijos, pero ocho hijos no pueden mantener a un padre. Entonces, la geriatría es un mal necesario -dijo-; no es lo mejor, pero sí lo menos peor en algunos casos. Muchísimos carecen de familia y a otros es imposible tenerlos en la casa porque, sin quererlo, destrozan la familia; el abuelo se vuelve déspota, pretende mantener la autoridad y se olvida de que su hijo tiene obligaciones. Entonces, los geriátricos pueden brindarle lo que la familia no puede”.

El desprestigio de los geriátricos proviene, según Aliaga, en el recuerdo del hospicio, que era “un depósito de viejos lleno de olor y oscuro, donde al abuelo se lo encerraba en un cuarto sin luz. Hoy nos hemos humanizado más; pero en mi gremio hay mucha gente insensible, y establecimientos que no deberían existir, pero que existen porque el Estado no tiene dónde ponerlos”.

El derecho de internación

Aliaga explicó a Delta que existe una ley de discapacidad, que la mayoría de los abuelos ignora, según la cual a través con un certificado que otorgue Salud Pública, diciendo que una persona está discapacitada, “toda obra social está obligada a pagar la internación geriátrica”. La mayor de ellas, el PAMI, cubre el 100 por ciento de la internación, “pero le retiene al abuelo entre el 40 y 60 por ciento de la jubilación. Entonces, hacen un estudio social antes, y le ven la jubilación o el ingreso del hijo para decidir si la cubre o no”. Para los abuelos que no tienen obra social existen las pensiones no contributivas, que les dan posibilidad de ingresar en este tipo de establecimientos aunque, en rigor, pocos los reciben.

Más allá de la decisión de la familia, los cuidados de un establecimiento no suplen las necesidades de los mayores. Un estudio realizado por Andrés Urrutia, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, demostró que, incluso para quienes tienen escasos recursos, los vínculos, el apoyo y la interacción social tienen más importancia que el nivel de ingresos económicos.

La sociedad del culto a la juventud hace de sus abuelos seres inútiles, imponiendo prejuicios y desprecios. Las sociedades antiguas, por el contrario, consideraban a los ancianos depositarios de la sabiduría, seres a quienes admirar e imitar. Acaso la vejez pueda volver a concebirse no como un ocaso, sino como el desenlace de una historia de vida en el que la velocidad se aminora para disfrutar del recorrido.

Por Valentina Primo