sábado, 13 de octubre de 2007

Sociedad

La gravísima situación de miseria y marginalidad que sufren las comunidades aborígenes en el Chaco -que derivaron en la muerte de once personas el mes pasado- pone sobre el tapete un tema que los argentinos nunca parecemos dispuestos a enfrentar: la privación de derechos legítimos a nuestros pares. “Es muy difícil extirpar algo que viene desde hace muchos siglos; desde la conquista hemos sido destruidos, silenciados, e incluso negados, de tal manera que nos metieron la vergüenza, vergüenza de considerarnos originarios, de ser aborígenes”, relató Víctor Acebio, presidente del Instituto de Culturas Aborígenes, en un diálogo que mantuvo con DELTA.

Víctor pertenece a la comunidad chicha -en el límite con Bolivia-, uno de los 14 pueblos que, según se estima, habitan la Argentina; entre ellos: collas, diaguitas, pilabas, chorotes, chulupi, tobas, guaraníes, chiliguanos, mocovíes, mapuches, y tehuelches. La cifra, según el censo del INDEC de 2005, señala más de 600 mil aborígenes; sin embargo, la Asociación Indígena de la República Argentina (AIRA) afirma que la cifra asciende a 3 millones.

-¿Por qué los aborígenes son considerados una minoría cuando en realidad no lo son?
-Este es uno de los mitos que han existido, y que parte desde todas las políticas que hubo en el país. Cuando se hablaba de los originarios, hasta antes de 1992, siempre se hablaba en tiempo pasado, como si no existieran. Y cuando querían hablar de nosotros, siempre pintaban un arco, una flecha, una vasija, una carpa, un toldo, o las boleadoras; esto eran los aborígenes. Pero después del 92 son rostros concretos, son voces, son lenguas que empiezan a surgir. Esta ideología ha permanecido mucho tiempo inserta en la sociedad: Que no existían, y si existían eran una minoría. Y somos muchos más de lo que dicen. Incluso, lamentablemente, en los censos que se realizan en el país, no se tiene en cuenta a la periferia, que es a donde muchos de mis hermanos van por la situación de miseria.

Con una franca y transparente sonrisa, Acebio relató que a partir de 1992, “ha cambiado la historia de nuestro pueblo: tenemos mucho más espacio para plantear nuestras celebraciones, nuestros ritos, nuestra lengua. Para nosotros es el nuevo Pachakutej”. Pacha significa tiempo, y kutej, retorno. “Es el tiempo que vuelve, es un nuevo tiempo -explicó-; y está divido en distintas eras, por eso no es casual que hayan pasado 500 años, sino que nosotros esperábamos este momento”. Es que la toma de conciencia y la autovaloración que se está produciendo en aquellos pueblos es una señal esperanzadora para Víctor, “es el primer paso, porque desde esa toma de conciencia es mucho más fácil pelear contra lo otro. Es cierto que algunos pueblos han perdido su lengua, pero también, por ejemplo, los hermanos tobas la están recuperando, y lo mismo ocurre con los mapuches, los guaraníes, y con la lengua quechua, al norte. Por esto digo que no estamos muertos, estamos de pie, y estamos acá”.

-¿Cuáles son las principales reivindicaciones de las comunidades?
-Fundamentalmente, la propiedad de la tierra, que incluso no implica el concepto de propiedad que tiene la sociedad blanca, sino que son tierras comunitarias, donde uno pueda vivir, pueda tener educación, donde pueda vivir su espiritualidad, donde pueda usufructuar el cultivo de las tierras; todo esto necesita el hombre para sobrevivir. Siempre hemos sido arrinconados hacia las tierras que son casi desérticas, entonces esto es una asignatura pendiente a la que apuntamos.

-Al hablar de distintos tipos de propiedad, ¿Qué tipo de organización reivindican: una estructura política propia o una asimilación total?
-No, fuimos asimilados por otras culturas por más de 500 años, y por eso fuimos negados y sufrimos la pérdida de nuestras lenguas originarias. En este momento no hay resentimiento, sino que queremos un respeto a la diversidad, a lo diferente. No hay ninguna cultura que sea superior ni inferior, sino culturas distintas. En ese sentido creo que el desarrollo de los pueblos se produce en la medida en cuanto se interrelacionan culturalmente. Lo mismo ocurre con la lengua. Mi lengua, mi historia, mi pueblo, mi espiritualidad, todo crece en la medida en que me relaciono con el otro; sino se mueren. Eso es por lo que luchamos.

Lejos de aquel cliché tan fuertemente arraigado acerca de la cerrazón de los pueblos originarios, Víctor explicó que, como pueblos originarios, es también un desafío aprender otras lenguas y conocer otras culturas, para saber cómo piensan los otros. “Mucha gente piensa que nosotros nos vamos a cerrar dentro de nuestra lengua, pero no; nosotros, además de recuperar nuestras lenguas, tenemos que aprender otras: español, inglés, francés, portugués, así como también yo puedo utilizar la computadora e Internet; son bienes universales. Hay mucha gente que piensa que nosotros únicamente queremos vivir en un pedazo de tierra, cuidando los cabritos, las ovejas, y quedar ahí. Pero no. También está el otro desafío para nosotros, de conocer, de aprender, siempre dentro de los marcos de nuestro pensamiento, aquello que hace a nuestra identidad”, aseguró.

La reforma de la Constitución de 1994, en el artículo 75, no sólo reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos, sino que garantiza “el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural”, así como el reconocimiento la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan. Sólo basta la lectura de las noticias cotidianas para comprender cuan efectiva es su aplicación. Sin embargo, Acebio rescata el paso que se dio a partir de esta disposición: “Es mucho más incluyente, y esa es la nota esperanzadora frente al futuro. Creo que esto que empezó a caminar, no se detiene más, es como una bola de nieve -aseguró-; este es un desafío para los gobiernos provinciales y nacionales, tener en cuenta qué políticas implementar con nuestra gente, y en esa política queremos ser partícipes, que nos pregunten, que consulten, que trabajen con nosotros para responder a las necesidades que tenemos”, concluyó.

Por Valentina Primo

1 comentario:

Anónimo dijo...

vale esta buena la nota que hiciste segui haci, matias lezama