lunes, 26 de noviembre de 2007

Sociedad

La tala indiscriminada en nuestro país es un problema que acarrea gravísimas consecuencias. Debemos tomar conciencia y exigir a los gobernantes que se cumplan nuestros derechos.

En el mes de marzo Greenpeace comenzó una campaña por Internet para juntar firmas, el objetivo: juntar un millón de firmas para generar presión pública en el Senado Nacional para que éste sancione una Ley de bosques que establezca una moratoria a los desmontes hasta que cada provincia realice un ordenamiento territorial de los bosques nativos, para planificar un uso sustentable de los mismos.

Esta Ley detendrá la tala indiscriminada de bosques nativos en el norte de nuestro país. La urgencia de esta petición se debe a que en los últimos años con la expansión de la frontera agrícola en nuestro país, se talan 300.000 hectáreas al año de bosques nativos, perdiéndose miles de ejemplares únicos, animales autóctonos en peligro de extinción y sin contar con la erosión que sufre el suelo.

Las consecuencias de esto son irremediables. Bosques enteros que tardaron miles de años en crecer son destruidos en cuestión de días, sin ningún tipo de restricción o control por parte de los gobiernos locales, los bosques desaparecen ocasionando un importante impacto ambiental en la zona. Un ejemplo claro lo vemos el año pasado cuando un río dejo abnegado a todo un pueblo durante días, llevándose con su corriente a todo un barrio, debido a que el suelo cedió fácilmente gracias a la erosión del suelo.

La campaña iniciada por Greenpeace llegó en octubre a juntar 1.300.000 firmas, las cuales fueron presentadas al gobierno el pasado 12 de octubre. Coordinadamente se realizó en varias provincias simultáneamente, reclamando al Senado Nacional que ésta Ley se sancione de manera urgente. Se obtuvo una respuesta por parte del Senador por el Frente para la Victoria, Miguel Ángel Pichetto, quién hizo público el compromiso del bloque oficialista de tratar la Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para los Bosques Nativos a mediados de noviembre, pero si vemos las plataformas electorales del mes pasado, ninguno de los candidatos plantea una solución.

Ahora la pregunta es: ¿Por qué se tarda tanto en tomar una decisión para solucionar un problema que nos compete a todos los Argentinos? No es una novedad que la justicia en nuestro país es lenta, pero en este caso, como en tantos otros, los tiempos de la justicia no son adecuados a los tiempos del problema. Mientras los gobernantes piensan en que decisión tomar, se pierden miles de hectáreas sin parecer importarle a nadie.

El desmonte indiscriminado es un problema que nos afecta a todos, tenemos que tomar cartas en el asunto y tomar conciencia de la gravedad de la situación. Debemos conservar nuestros recursos para las futuras generaciones. Si todavía no votaste podes hacerlo en la página de Greenpeace www.greenpeace.org/argentina. Desde la misma página también podes enviarle una carta a los senadores provinciales y exigirles la sanción de esta Ley. Entrá y ayudá a salvar los bosques, es un derecho de todos.

Por Georgina Catalano

DELTA en Puerto Madryn

Ángel Ñanco es un cacique mapuche-tehuelche de la comunidad de Puerto Madryn. Allí, en la Patagonia que alguna vez fue tierra tehuelche, lucha por recuperar un pueblo que, poco a poco, fue despojado de su identidad.

Ñanco significa “águila” en mapuche -relata Ángel-, un ave sagrada que, según creencias ancestrales, anuncia buenos y malos augurios, y lleva el alma del mapuche cuando muere cerca de “Futa Chao” (que simboliza “Padre Grande”, es decir, Dios).

“Trabajamos por la integración; decimos que somos una comunidad con una mentalidad fresca, nueva. Consideramos que dentro de la sociedad tenemos un espacio, y a ese espacio hay que ocuparlo, porque no hemos desaparecido, somos un pueblo vivo, y somos una cultura viva”, dice Ángel, mientras ceba mate.

El lonko -“cacique”, en mapuche- habla y pone todo de sí. Es que, aunque tuvo un tardío encuentro con sus orígenes -recién a los 40 años- aquella experiencia cambió su vida. “Íbamos con mi mujer todos los domingos a un asilo, para llevar a pasear a los ancianos. Y por casualidad, en un pueblito que se llama Ghan Ghan encontré que había una rogativa mapuche. Yo no sabía lo que era una rogativa, pero les juro que cuando la vi sentí algo que me golpeaba por dentro, pero mal, muy fuerte”, relata con una emoción que aún hoy le nubla la mirada.

Desde aquel momento, Ángel realiza día a día la minuciosa tarea de recuperar a su pueblo, ladrillo a ladrillo. Lucha contra la marginación, el prejuicio y la indiferencia de los otros -los huincas, como llaman a la raza blanca- pero la lucha más ardua es la que lleva contra la apatía de su pueblo. “Siempre se ha tenido la imagen de que los originarios son un pueblo cerrado; pero sus razones tienen, porque se han servido de ellos y los han usado de tal manera que ya no quieren saber más nada. Incluso pasa con las celebraciones: todo el mundo va y saca fotos, buscando lo folklórico del tema, sin considerar lo sagrado que significa para ese pueblo”, relata.

Vivir como extranjero
“Es muy difícil sentirme argentino; es como cuando uno pierde a sus padres y es adoptado por otra familia: el que va a recibir todo el afecto va a ser el hijo de esa otra familia. Yo, como no soy de esa familia, tengo que agradecer si apenas me acarician. Y en una casa que fue mía, hoy tengo que vivir en el fondo; entonces es muy difícil que yo pueda sentir cariño por quien se ha transformado en mi padre, porque ese hombre se ha encargado, desde que llegó, de marginarme y discriminarme. En una tierra que fue toda nuestra, hoy prácticamente nos toca hacer el papel de extranjeros. Y eso es bravo. Siempre somos los últimos orejones del tarro, en algo que fue mío, y que sigue siendo mío y lo sigo sintiendo mío”, insiste.

Su voz resuena con el peso que imprime a cada palabra, con una tenacidad que 52 años no lograron abatir y que, sin embargo, no roza la irreverencia. “Voy más al diálogo que al choque, porque soy consciente de que trabajar para que una puerta se abra cuesta un montón, pero para que se cierre, no cuesta nada -asegura-. A mí, por sobre todas las cosas, me interesa dialogar, sea con quien sea; yo soy un convencido de que si nos sentamos a hablar, podemos acordar. Y no me gusta por ahí ser frontal; no nos olvidemos que es otra la cultura dominante, es la que tiene todo el poder económico, y nosotros padecemos de todas esas cosas. Entonces, más allá de que los reclamos que se hagan son justos, es muy difícil revertir la situación”.

El pasado a contramano
El rechazo a las comunidades originarias data de los albores mismos de la independencia argentina. Los relatos de Ñanco lo describen con perfecta precisión: “Como país, hemos vivido siempre a contramano, es como si los aborígenes fueran de la época precolombina Muchas veces se nos tildó de salvajes, pero ellos fueron más salvajes que nosotros. Hay un libro que se llama Memoria del Humo, escrito por un hombre que vivió el desalojo de 1937, donde cuenta que cuando los desalojaban, venía el ejército y rociaba los ranchos con damajuanas y los prendían fuego. Y a las familias, las cargaban en camiones y las desperdigaban por distintos lugares. ¿Vos sabés lo que es llevar a la gente caminando desde Junín hasta Patagonia, 1.200 kilómetros? De ahí los embarcaban hasta Buenos Aires, y allí diseminaban a las familias, que nunca más se volvían a juntar. ¿Quién se hace responsable por todo eso?”, pregunta mientras una lágrima desobediente se escapa de sus pupilas, confesando un dolor que lleva en la sangre, transmitido de generación en generación.

El cacique afirma que esto también fue apoyado por la Iglesia, ya que esta “te absorbe, te incorpora y te va anulando todo lo que vos tenés de tus raíces, y eso apunta a que un pueblo se extinga. Eso es con lo que no estoy de acuerdo, con que me quieran transformar; me están eliminando como mapuche, como tehuelche. Y si a mí me sacan todo eso, mi vida pierde todo sentido. Por eso yo digo: no necesito que me den una mano, necesito que me saquen las manos de encima”, asegura.

Solos en el reclamo
Ñanco apela a que, cuando hablemos de Memoria y Justicia, que sea para todos. “Quizá lo de la dictadura caló más hondo porque es más reciente, pero esto tampoco está tan lejos. Por ahí me cuesta entender cómo la comunidad se muestra indiferente. Incluso la avenida principal de Puerto Madryn todavía se llama Roca. Y si bien los reclamos son nuestros -porque las tierras son nuestras- también los argentinos, como argentinos, deberían velar por todas esas cosas. ¿Cómo puede ser que hoy la mayor parte de las tierras de la Cordillera estén en manos extranjeras? Pero estamos todos tranquilos, todos quietos. Y eso es peligroso para nosotros”.
Por Valentina Primo

jueves, 22 de noviembre de 2007

Conferencia de Ignacio Ramonet


En el marco de la VI Bienal Iberoamericana de Comunicación, organizada por la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Córdoba, el director del periódico Le Monde Diplomatique, Ignacio Ramonet, criticó duramente la función que cumplen hoy los medios en la sociedad, y la apatía que existe entre estos principales sistemas ciudadanos.

Sin rodeos, el sociólogo español comenzó su discurso magistral con una fuerte afirmación: “Los medios aparecen ahora como un problema de la democracia”. Y es que este pensador considera que los espacios mediáticos de alto alcance -que tanto han luchado por la libertad de expresión y la pluralidad de pensamiento- se han transformado en “mercados” que mienten, omiten, y escapan, a una sociedad que, lejos de tomarlos como referencia, parece despertar del eterno sopor de la credulidad.

Los medios masivos de comunicación están cada vez más lejos de ser aquellos formadores de opinión, comprometidos con la realidad, y promotores de las actividades sociales y políticas de siglos atrás. Y, a mucha distancia, forman redes de alienación de tanto poder que socavan las bases de las quizá mal llamadas “democracias desarrolladas” que parecen cobijarnos.

Pero como la humanidad necesita expresarse, construye nuevos espacios de pensamiento, caracterizados por el anonimato y la parodia para “subvertir el orden existente”. ¿Esto no nos traslada a otros sistemas políticos? Pues sí, el chiste y el rumor a expensas del poder, son manifestaciones características de las dictaduras. Lo que abre una conflictiva contradicción, en pleno siglo XXI.

El descreimiento y la ruina

Ramonet afirma que existe en nuestras sociedades una sensibilidad muy particular hacia el funcionamiento de los medios, producto de una enorme insatisfacción, que provoca que “lo que dice la autoridad política o la autoridad mediática no es automáticamente creído”. Y es que -en palabras del sociólogo- “estamos en un sistema de desconfianza generalizada, en una crisis de credibilidad de los medios, y tenemos cada vez más conciencia de que nos encontramos en una situación de inseguridad informativa”.

Aún así, el panorama no está tan claro (u oscuro), ya que existe además una fuerte insurrección de los medios que afirman este paradójico fracaso del que parecen no hacerse cargo. Y tal como afirma el pensador español, si los medios triunfan hoy por los novedosos dispositivos tecnológicos pero pierden todo tipo de credibilidad, significa que este sistema “no está funcionando”.

Esta inseguridad (que se suma a la casi interminable lista de carencias) afecta directamente a las democracias; con lo que se necesitaría desarrollar una comunicación comunitaria, con una nueva generación de medios, de periodistas críticos y creativos, para ir tras la idea de que “una mejor información es posible”.

Noticia de último momento… y al menor costo

Los medios ya no funcionan como educadores cívicos sino según otros criterios, erosionando una más de las instituciones (pilares esenciales) del conjunto de la sociedad; y esta idea de que los medios ya no constituyen la argamasa que va a purificar el cuerpo social, genera una gran decepción frente a esa responsabilidad no asumida por éstos; afirmó el entendido en la materia.

Entonces, de no proceder como educadores, los medios lo hacen como mercancía, haciendo circular ideas según las leyes de la oferta y la demanda (en tiempos expeditivos que anulan la reflexión), con lo que cambian de naturaleza “adaptándose para venderse mejor, para circular mejor”.

Pero, “los propios mecanismos comerciales de la información, están hoy perturbados, con la aparición de los gratuitos, con la gratuidad que es la cultura de Internet”. Entonces, cada vez más, el negocio de la información consiste, no en vender información a los ciudadanos, sino en vender ciudadanos a los anunciantes. Y, tal como lo afirma Ignacio Ramonet “estos cambios están modificando el funcionamiento estructural de la información”.

El cuarto poder desaparece, el quinto nace

Las leyes del entretenimiento y las leyes de la oferta y la demanda, devastan el concepto del cuarto poder. “Yo pienso que hoy globalmente -aunque hay excepciones- no se puede decir que los medios constituyan un cuarto poder”, afirma el director de Le Monde. Y haciendo una reseña histórica breve, el crítico explica que cuando empiezan a haber medios de masa en las democracias -antes de la primera guerra mundial- aparece un concepto, y un actor anónimo y colectivo, llamado opinión pública (intelectual, activadora, e intrínsecamente social), que va a permitir relativizar la legalidad de los tres poderes de las democracias, apelando a la moralidad.

¿Por qué este cuarto poder no está funcionando? Para Ramonet es así porque estamos en un período que se llama globalización, que ha modificado todos los parámetros de funcionamiento económico y cultural de nuestras sociedades; con lo cual éstas ya no pueden permitir, vigilar, corregir, y garantizar el buen funcionamiento democrático. “Globalización es la idea práctica de que los capitales deben circular en el planeta sin trabas (…) provocando la guerra del mercado contra el Estado, del individuo contra la colectividad”.

Inmiscuidos en este sistema casi perverso, los medios -mercantilizados e inmaterializados por la digitalización- “aspiran a tomar directamente el primer poder, y además quieren ser el único poder sin contrapoder”; y esta falta de contra-respuesta surge de que toda crítica al funcionamiento mediático es inmediatamente acusado de atentar contra la libertad de expresión.

Ante este escenario apocalíptico, el sociólogo y doctor en semiótica, propone una nueva idea en busca de soluciones: crear un quinto poder. Este tendría la misión del cuarto poder, y estaría constituido por los observatorios de medios, para producir informes y movilizar. “Hay como una misión de (…) ser un agitador mediático, político”. Y es que “estamos en una batalla ideológica”.


Por Emiliana Felizzia

lunes, 19 de noviembre de 2007

Cultura

La humanidad desde sus albores ha intentado explicar cómo suceden los acontecimientos cotidianos. Explicaciones fantásticas, mágicas y espirituales evolucionaron hasta alcanzar lo más sofisticado del raciocinio. Pero el cientificismo no es suficiente para llenar algunos baches que el intelecto necesita completar para obtener sosiego. A veces la religión lo hace, otras la Filosofía, y otras nada es convincente para la insaciable necesidad de entender.

Así introducimos dos de los misterios que siguen irresueltos aún a pesar de que la ciencia ha reunido todo su arsenal para descifrarlos. La isla de Pascua y Stonehenge (o Templo del Sol) son algunas de las construcciones que despiertan lo más profundo de la curiosidad humana.


Una isla con historia

La Isla de Pascua ubicada en lo más solitario del Océano Pacífico, compone una porción insular de la Polinesia. Bajo dominio chileno, es uno de los principales atractivos turísticos del país vecino. Además de su belleza natural, está recubierta por lo hermoso del misterio ancestral –pero vigente- que la rodea a lo largo de sus 163,6 Kilómetros cuadrados. La presencia de enormes construcciones de piedra denominadas “Moai” localizadas en toda la extensión geográfica, son la explicación del por qué es un destino tan visitado.

Sus primeros habitantes- el pueblo Rapanui- se encontraron con un terreno con escasas posibilidades de alimentación. No existía variedad animal y la vegetación era poco apta para el consumo. Sin embargo, desarrollaron una amplia actividad cultural que dependía de su organización social. Eran gobernados por el “ariki”, cuyo rol era asumido en ascendencia directa de los dioses. El resto de la población se dividía en tribus con clases estratificadas, y cada tribu ocupaba una zona para su auto abastecimiento.

Cuando un integrante destacado de la familia expiraba, se construía en su honor un moai y se lo instalaba en una plataforma denominada “ahu”. De este modo, y siguiendo la tradición, el moai tomaba el poder del ancestro para cuidar la aldea desde su inmensidad. “Se convertía así en una foto del alma pero de piedra y con ojos de coral blanco”. Desafortunadamente, en la actualidad solo el “Hanga Roa” conserva sus ojos.

La mayor parte de la población vivía hacia el interior, y hacia el litoral se emplazaban los centros religiosos, políticos y ceremoniales (Anakena, Akahanga) en los cuales adoraban a los ancestros pedregosos.

En la isla se pueden distinguir varios grupos de estatuas: 276 hacen guardia en las laderas del volcán que se encuentra en la isla; 300 están derribadas sobre los ahus que rodean los altos acantilados de la isla; otras a lo largo de antiguos caminos; y 80 quedaron sin terminar. Estos grupos son diferentes entre sí y se estima que en sus comienzos estaban ubicados sobre bustos enormes. Los más impactantes alcanzan 10 metros de altura y 7,6 metros de circunferencia y pesan 20 toneladas. Los más peculiares poseen un rojo copete de 1,8 x 2,4 metros que suponen "sombreros" extraídos del cráter del volcán Rano Roi. Sin embargo, las construcciones que de verdad aterran a quien pase frente suyo son las ubicadas en las laderas del Rano Raraku. Sus narices se perciben hacia arriba, sus labios finos parecen burlarse con desdén. No poseen ojos y pareciera que tuvieran orejas alargadas. La más grande es de 22 metros y la más pequeña de tres.

Y aquí se llega a las preguntas sin respuesta ¿Cómo fuerzas humanas lograron erigir semejantes creaciones? ¿Cómo han podido extraer partes de cráter de volcanes para colocar a más de 20 metros de altura? ¿Cómo pudieron trasladar toneladas de piedras sin contar con medios adecuados? (se descarta la madera para rodillos y las cuerdas para izar, ya que no se encontraban en la isla). Y las respuestas son muchas, pero ninguna satisface. En última instancia se atribuye a los extraterrestres esta obra de tamaña magnitud. Crédulos lo afirman, otros no se conforman, pero lo cierto es que el interrogante pesa más que cualquier moai.




También conocido como el Templo del Sol este conjunto megalítico, ubicado en Gran Bretaña, es un enigma que permanece con el tiempo y supera toda explicación sobre su construcción.

Se sitúa en Salisbury, y es uno de los monumentos de la prehistoria más famosos del mundo.
Su construcción está hecha en forma circular por pesados megalitos. Hoy se afirma que en sus comienzos (hacia el año 3100 a C), no era más importante o interesante que cualquier otra construcción del sur de Inglaterra. Pero en el año 2200 a C. comenzó a mutar al incorporar 32 bloques de arenisca y una piedra de Altar.

Lo inexplicable de esto, es cómo se logró el traslado de éstas piedras que se cree fueron traídas de las montañas de Preseli al suroeste de Gales y, en el caso de la piedra del Altar, que fue sustraída de un lugar próximo a Milford Heaven. No hay que ser demasiado inteligente para comprender que trasladar a mucha distancia 32 toneladas de roca en aquella época, no era labor fácil. Numerosos científicos, en la actualidad, han intentado recrear el momento en que se levantó y trasladó el bloque, sin obtener resultados exitosos y condimento extra al misterio que rodea a Stonehenge es que la finalidad de su construcción aún se desconoce exactamente.
Por supuesto que las hipótesis más creíbles que ha presentado la ciencia, son que era utilizado como templo religioso, monumento funerario y también como observatorio. De esta última conclusión se desprende el nombre con que se lo conoce “templo del sol”, ya que el primer día de cada verano el sol sale atravesando justo el eje de la construcción. Esto es razón suficiente para creer que sus arquitectos tenían conocimientos sobre astronomía. Por esto es también viable adherir a la idea de que Stonehenge servía para predecir eclipses y cambios astrales.

Los paganos británicos afirman además, que en la piedra de Altar se realizaban sacrificios humanos en ceremonias religiosas, afirmación que inexorablemente acrecienta la aureola de incertidumbre y espiritualidad que rodea a este templo.

Una vez más, los misterios sobre su construcción, la procedencia de sus materiales, los autores y hacedores del monumento, hacen perder el sueño de arqueólogos, antropólogos y demás científicos que enloquecen ante la imposibilidad de resolver el enigma.

Estos casos tan curiosos, cuyos orígenes y evolución se atribuye tanto a seres terrestres como extraterrestres o espirituales, mantienen lo emocionante de la inconciencia y desconocimiento de los hombres que tanto ayuda a mantener viva la imaginación y la magia que sólo misterios así pueden despertar.

Por M. Guadalupe Zamar