domingo, 15 de abril de 2007

Cultura

En un contexto en el que un nuevo muro desenmascara la paradoja de la globalización, la inmigración mexicana no desiste y procura burlarlo en los resquicios que encuentra. En su último trabajo “Viaje por las Suturas del Imperio: Saltar la Línea”, el Geógrafo y cronista de viajes Pablo Sigismondi se adentra en este fenómeno para captar, con su lente, aquella sutura “que divide al primer mundo del último mundo”.

“Hoy es un día histórico”, fue la frase inaugural de la presentación que realizó Pablo Sigismondi el 9 de marzo en el espacio cultural “Lo de González”. Es que se estaba produciendo, a miles de kilómetros de distancia, la caída del único muro remanente en una ciudad europea tras el fin de la guerra fría: el muro que escindía Nicosia, la capital de la isla de Chipre. “Todos los muros que han dividido al mundo, toda separación física o política es una invención hecha por el hombre, que muchas veces respeta accidentes geográficos y que en la mayoría de los casos, es simplemente una división arbitraria”, explicó el geógrafo.


En su último recorrido por México -por “las suturas del imperio”, como él lo define-, Sigismondi indagó en el fenómeno de la afluencia nunca antes tan caudalosa de inmigrantes a Estados unidos. Dueño de una sagaz capacidad de observación y una lúcida perspectiva, el periodista expuso un análisis geopolítico a través del trayecto de 1.200 kilómetros que encarna la frontera más transgredida del mundo. “Este fenómeno es maravilloso -dijo en la conferencia-, porque gracias a la inmigración masiva, México está recuperando lo que alguna vez fue de ellos y se lo robaron”.

Conocedor de más de cien países, argumentó que las trece colonias que en 1776 se independizaron del Reino Unido se expandieron hacia el oeste, hasta llegar al Océano Pacífico. Y fue debido a esa expansión, que en 1846 México debió firmar un tratado con Estados Unidos, por el cual pasó de tener 4 millones cien mil kilómetros cuadrados en 1810 a un millón 900 mil en la actualidad; es decir, menos de la mitad: Perdió por completo Arizona, California, Texas, Nuevo México, Utah, y Colorado. “Perdió las zonas tal vez más ricas del sur –indicó-, y cuando firmó ese acuerdo, lo hizo diciendo, ‘si no lo firmamos los gringos van a llegar hasta el mismísmo Distrito Federal”.

Lo que se ve hoy en México, advirtió Sigismondi, se ve en todos los bordes, “las suturas que dividen el primer mundo del último mundo”. Y ese mundo del sur, aclaró, es un mundo sobrepoblado, donde además el crecimiento demográfico es muy superior al del primer mundo. “Desde el fin de la guerra fría -analizó- asistimos a un mundo en donde el conflicto ideológico político Este-Oeste (entre el mundo comunista y el mundo capitalista), se transforma en un enfrentamiento Norte-Sur, que pone cara a cara el mundo subdesarrollado y sobrepoblado, versus el primer mundo, -Europa occidental, la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda-. Hay un choque muy grande entre ese mundo del sur que abarca un 80 por ciento de la población humana, y el mundo del norte, que apenas abarca el 20 por ciento”.

El agravante, indicó el periodista, es que ese 80 por ciento del sur -donde estamos nosotros- participa de la distribución de la riqueza del mundo con solamente el 18 por ciento, mientras el norte se queda con el 80 por ciento del producto bruto mundial. Y esto genera una enorme tensión a nivel planetario, cristalizada en los fenómenos migratorios que se producen contemporáneamente en los rincones más diversos del mundo.

“Si a los problemas del sur le agregamos los conflictos bélicos desatados por el dominio de los recursos naturales –agua, hidrocarburos, minerales, madera- las consecuencias son cada vez peores”, reflexionó. El problema que tiene Latinoamérica es la enorme desigualdad social que históricamente ha excluido sobretodo a las etnias originarias, lo que las empuja a buscar una vida mejor, que se da en el vecino del norte. “Si el Tratado de Libre Comercio (con Estados Unidos) hubiera servido para mejorar el nivel de vida de los mexicanos, la migración se hubiera por lo menos atemperado, y sin embargo ha crecido cada vez más hasta llegar a niveles récord”, aseguró el geógrafo.

Por otro lado, la diferencia regional es muy grande. Sigismondi la comparara con Argentina, “pero dándola vuelta”. El sur de México es la zona más pobre, de donde proviene la mayor parte de los inmigrantes; y la zona norte está constituida por los Estados más ricos. Pero además de las condiciones de miseria, hay un enorme despertar en la población indígena, que pide al gobierno federal otra política, “un despertar político que es fabuloso”.

El periodista explicó que los fenómenos que causan la migración se pueden dividir en endógenos y exógenos: Los endógenos tienen q ver con la enorme corrupción política que azota al país y la desigualdad social, “pero evidentemente, si la desigualdad en la distribución de la riqueza mundial no fuera tan abismal, la migración se frenaría por lo menos”, manifestó.
Más de 20 millones de habitantes en EEUU son mexicanos o de origen mexicano; luego de los afroamericanos, conforman la segunda etnia. Y el crecimiento demográfico es muy superior al de los blancos, e incluso al de los afroamericanos. “Y observen que los mexicanos han sido y son la carne de cañón del capitalismo norteamericano, porque son la mano de obra barata y flexible, que se tira cuando no sirve más –puntualizó-. Hacen todo lo que los blancos y los americanos no quieren hacer. ¿Por qué la política estadounidense es tan diferente en el trato que da, por ejemplo, a un inmigrante cubano, y al resto de los latinoamericanos? Por una cuestión meramente política: Ideológica”, concluyó.

Mediante sus recorridos fotográficos, Sigismondi sumerge a sus espectadores en el universo simbólico de cada cultura; topografías, costumbres, simbologías, y la idiosincrasia de culturas inasequibles devienen palpables tras la óptica de su lente. Y es por medio de esas imágenes que nos acerca la situación de la frontera: En algunos lugares es simplemente un alambrado, o pilares de 40 centímetros, o meramente piedras que lo demarcan. Pero hay sensores y cámaras q filman constantemente. “Hay una política hasta premeditada de dejar que los migrantes crucen, que caminen 3 o 4 días en el desierto, para luego apresarlos y saber quién es el coyote (la persona que los lleva) y hacia dónde los lleva”, relató.

Asimismo, una vez que son capturados, el proceso de repatriación es también muy desgastante, porque si son tomados en California se los lleva a Texas, y de allí se los expulsa, de manera de dejarlos lo más lejos posible del lugar del cruce. “Cuando la Border Patrol - patrulla que recorre a lo largo de toda la frontera- los toma, si hace calor les pone calefacción, y si hace frío les pone aire acondicionado al máximo de manera de producirle psicológicamente un desgaste”. Hasta el año 2005, se registraron en la frontera 4.045 muertes, a lo que hay que sumar que aproximadamente las dos terceras partes de los cuerpos no se conoce, porque mucha gente queda muerta en el desierto, y nadie reclama su cadáver.

Paralelamente, se configuran redes de organizaciones incluso delictivas, y mafiosas, que trafican gente. Un migrante, relató Sigismondi, tiene que pagar a un pollero o coyote entre 4 y 5 mil dólares para cruzar; generalmente eso lo paga la familia q está en Estados Unidos, y si no, directamente el inmigrante queda preso por un tiempo luego de llegar, teniendo q trabajar para devolver el importe al coyote. La trata humana en la frontera es terrible, comparable a la trata humana en la esclavitud, ya que la gente es obligada a esperar el momento del cruce encerrada en jaulas -las fotos lo atestiguaban- en donde la gente duerme, hace sus necesidades, y come durante 3 o 4 días.

La nueva construcción ordenada por el gobierno norteamericano tiene un costo estimado de 37 mil millones de dólares; es decir, casi el total de las exportaciones de nuestro país el año pasado. “Imaginen que Bush gasta 700 mil millones de dólares -aproximadamente cinco veces el total de nuestra deuda externa-, solamente en 2008 para Irak y Afganistán. La política imperial parece no detenerse en ningún rincón”, sentenció el periodista.

“A mi me quedó una enorme impresión -consideró Sigismondi-, ¿Qué hubiera sido de nosotros si fuéramos México? En la Quiaca hay otra trata humana y otra realidad. No tenemos por qué asustarnos de lo que pasa en México, donde el 5 por ciento de la población económicamente activa son menores, y trabajan menores, cuando en nuestro caso sucede lo mismo en la provincia de Formosa, o Neuquén.

Nosotros tal vez haríamos lo mismo, porque además nuestra población originaria vive en los bordes, las áreas más desfavorecidas en condiciones de analfabetismo, de pobreza; esa gente estaría cruzando a Estados Unidos como los mexicanos. Nosotros también somos un pueblo de inmigrantes. Nosotros también nos formamos como Estados Unidos gracias a la inmigración, y fuimos generosos. Y los Estados Unidos fueron muy generosos con todo el mundo cuando tuvieron que fundar su patria y cuando debieron hacer su país; tal vez fueron el país más generoso de la historia humana durante mucho tiempo. Y, sin embargo, esto es lo que en definitiva nos queda. Mientras el norte del mundo camina, nos excluye, nos cierra las puertas, el sur del mundo lucha”.

Por Valentina Primo

No hay comentarios: