Es sabido que en nuestro país, como en tantos otros, la adopción es un proceso complejo y lleno de trabas. Entre las complicaciones que surgen, la más terrible es que los tiempos de la ley y de los jueces encargados de aplicarla, son muy distintos a los tiempos de un menor. En ese lapso, la oportunidad de los pequeños de tener una familia desde su nacimiento, muchas veces se ve postergada y hasta imposibilitada; y la ilusión de la dulce espera de los padres, se convierte en amarga desesperación.
La cigüeña que se hace esperar
Muchas familias en busca de niños se cansan de esperar los protocolos de la adopción. Algunos se lanzan a buscar niños fuera de sus provincias y con mucha suerte consiguen alguna madre que esté por dar a luz y quiera entregar su hijo en adopción. De esta forma se logra una “entrega directa” que agiliza la tenencia legal. Esta vía tiene como ventaja que los futuros padres pueden conocer a la madre biológica de su niño, dándole la posibilidad a éste, el día de mañana, saber su procedencia y la historia que permitió a sus padres adoptivos que lo criaran.
Otras familias, por el contrario, toman de manera ilegal a un niño, muchas veces pagándolo, otras a través de sobornos a sus madres, y otras acudiendo a gente “especializada” que a través de un oficio repudiable se encarga de “conceder” el deseo de ser padres a estas familias. En estos casos, habitualmente los padres adoptivos no conocen a los progenitores de su nuevo niño, y más allá de no poder ofrecerles el conocimiento de su procedencia, pueden pasar por alto enfermedades genéticas, trastornos psicológicos y otro tipo de complicaciones evitables o remediables con el previo conocimiento. Esta situación que transforma a los niños en una “mercancía” lleva a que se incremente el número de menores que no son anotados al momento de su nacimiento, facilitando de este modo, la adopción por vías ilegales. Referido a ello el Gobernador de Santiago del Estero, Jorge Zamora, afirmó que “de cada diez niños que nacen en su provincia, sólo dos o tres son registrados”.
La balanza de la justicia
Consultado por DELTA, el presidente de la Fundación Adoptar, Julio Cesar Ruiz, nos explicó que si bien hay una intención desde el 2005 de crear un Registro Único de Adoptantes, tal objetivo está lejos de cumplimentarse. Por otra parte aseguró que la ley 24.779 (Ley de Adopciones) sólo logra sus objetivos en un 25 por ciento; el 75 por ciento restante, es adoptado de manera ilegal y en el peor de los casos es víctima de redes organizadas de tráfico de bebés. Pero ¿Cuál es el motivo para que este porcentaje sea tan elevado?, la respuesta suena familiar: los tiempos de la justicia.
Ruiz afirmó sin embargo que existen algunas ventajas en la Ley de Adopción, como por ejemplo que “no es necesario estar casados para adoptar, aunque siempre resulta mejor, desde el punto de vista emocional para el niño, ya que si hay pareja, los dos pueden tener contacto con él”, y además explicó que esa misma ley prevé que “ para que el juez otorgue una adopción, primero entrega al niño en guarda legal, lo que permite darles a los padres y al niño un tiempo de adaptación. Luego de este tiempo, se emite una resolución judicial que corta definitivamente y de por vida el vínculo del pequeño con la familia biológica. Esta última es la garantía fundamental por la que siempre conviene la adopción”.
Un vínculo derecho
Si bien no existe por el momento ninguna mención en la agenda nacional para tratar el tema de las demoras en la adopción; de las dificultades de la aproximación a lograr un Registro Único; o el tráfico de bebés, la vía ilegal no debe ser considerada una salida en ningún caso. El presidente de Fundación Adoptar dio algunas razones del porqué es tan serio conseguir un niño a través de la ilegalidad: “Conseguir un niño por vía ilegal configura un delito tipificado en el Código Penal Argentino y considerado como figura delictiva en todos los países civilizados del mundo; es delito de "acción pública", es decir que el Estado puede iniciar la persecución del delincuente. Desde que la maniobra es descubierta los padres serán despojados de la tenencia del niño, quien será internado en un instituto de recepción de menores y perderán toda posibilidad de que ese mismo niño vuelva al seno de su hogar por esa conducta delictiva”. Finalmente -explicó Ruiz- cuando se deciden a “conseguir un niño” se está colaborando con las con “mafias dedicadas al tráfico de personas. Los niños sustraídos y comercializados por estas bandas pueden tener cuatro destinos: adopciones ilegales; para la exportación y adopciones internacionales; para prostitución infantil y pornografía; y para el tráfico de órganos”.
Es importante nunca olvidar el porqué de la necesidad de tener un hijo. Ese deseo no puede estar basado en egoísmos y en falta de ética. Desde el momento en que se decide adoptar, se comienza a gestar la relación futura entre los padres y el niño. Nada bueno puede salir de ella, si se la inicia como un fraude.
Por Ma. Guadalupe Zamar
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